Sonidos, melodías, vibraciones…forman parte de nuestra vida, en la que están constantemente presentes.
De los cinco sentidos, el oído es probablemente el que nos conecta con mayor facilidad a los recuerdos y a estados elevados de conciencia. El oído es además 10 veces más preciso que la vista.
La psicoacústica ha estudiado como en la naturaleza, encontramos patrones acústicos básicos que han modelado nuestra audición durante milenios, lo que nos lleva a experimentar sensaciones de bienestar cuando escuchamos los sonidos que la naturaleza nos ofrece.
A nivel energético somos vibración, y como tal, podemos percibir y reaccionar a los sonidos y las vibraciones. Las células de nuestro organismo vibran a determinadas frecuencias, y en ocasiones, una descompesación vibratoria de las células, puede desencadenar en un malestar físico.
La vibración sanadora de los cuencos tibetanos
El sonido y la vibración que emiten los cuencos tibetanos, gongs, tingshas….ayudan a reequilibrar los procesos celulares, pudiendo alterar su vibración. Esto es debido al principio de resonancia, según el cual una frecuencia tiene el poder de modificar otra frecuencia.
Los cuencos tibetanos son utilizados por terapeutas y en sesiones de meditación, por sus extraordinarios beneficios para la salud. También se pueden utilizar a nivel personal, para la autocuración y para ayudarnos en nuestro crecimiento personal.
El sonido que emiten los cuencos tibetanos nos pueden inducir a estados alterados de conciencia. Son por tanto, ventanas a nuestro subconsciente, y puertas a nuestro yo más profundo.
Por mi experiencia personal con los cuencos tibetanos, puedo afirmar que son mucho más que instrumentos, para mi son maestros que nos enseñan lo que necesitamos aprender en cada momento, que nos dan respuestas cuando estamos preparados para encontrarlas y crecer con ellas. Com un guía que te acompaña en momentos de duda e incertidumbre, o como un faro de luz en momentos de oscuridad.
Mi primer cuenco me llegó por casualidad cuando no lo buscaba, ni sabía que era y para que se utilizaba. Mi curiosidad me llevó a estudiar en la Casa del Tibet de Barcelona. Fue cuando descubrí su enorme y quizás incompresible para una mente occidental, poder para sanar tu cuerpo…y tocar tu alma. Hoy doy las gracias por aquella mágica casualidad que los puso en mi camino.
Desde entonces los he utilizado a nivel personal y en las casas, dada mi vocación como consultora de Feng Shui. Más adelante explicaré como utilizarlos en los espacios.
Origen de los cuencos tibetanos
Aunque en Occidente se conocen desde hace unas pocas décadas, en Oriente se comenzaron a utilizar hace unos 4000 años. El lugar donde tuvieron su origen no está claro, ya que se han encontrado piezas antiguas en el Tíbet, Nepal, la India y Japón. A partir del siglo VIII d. C. se propagaron por todo Oriente gracias a la Ruta de la Seda.
Aunque hoy en día se utilizan sólo 3 metales: cobre, hierro y bronce, antiguamente su aleación era una combinación de 7 metales: oro, plata, cobre, cinc, níquel, hierro y antimonio.
Sobre porqué eran 7 los metales hay varias teorías, una de ellas es por la astrología tibetana, según la cual, a cada cuerpo celeste le corresponde un metal. El Sol lo asocian con el oro, la Luna con la plata, el hierro con Marte, el mercurio con el planeta Mercurio, el estaño con Júpiter, el cobre con Venus y el plomo con Saturno. El objetivo era ayudarnos a sincronizar nuestra propia vibración energética con la música de las esferas y los cuerpos celestes, basándose en la idea de que la esencia de todos los fenómenos posee una naturaleza sonora.
Hay otras teorías que lo relacionan con los 7 chakras o las 7 notas musicales.
Uno de los propósitos por los que se cree que fueron creados, era el de reproducir el sonido del Om, el mantra sagrado hindú y budista. Este sonido es el que se originó de la primera vibración o vibración primigenia, que es la vibración que surge del vacío.
Incluso de dentro del ser emana un canto continuo que suena como “aum”, es el sonido que surge de tu ser más profundo, de tu silencio interior, Y es desde ese silencio, donde descubrimos que la paz y el amor más puro se haya dentro de nosotros.
También en el Tibet, antes de la llegada del budismo, y la religión Bon, vivieron tribus chamánicas. Quizás por ello, encontramos paralelismos entre el chamanismo y el budismo, en el uso del sonido para la sanación.
El mágico sonido del tambor chamánico
En la prácticas chamánicas se utiliza el sonido del tambor para alcanzar estados de trance. En el mundo chamánico, el tambor era considerado, más que un instrumento, un vehículo sagrado, que les permitía viajar hacia otros planos de existencia. El sonido del tambor era el puente que les conectaba con el mundo invisible, donde se ocultan los misterios de la vida y donde subyacen todas las respuestas.
Encuentra tu sonido y te encontrarás a ti mismo
Los chamanes veneraban a la naturaleza, y a cuanto de ella nacía, en todas sus formas. Buscaban imitar los sonidos de la naturaleza con sus instrumentos, como forma de honrar y agradecer a sus dioses. También tenían la creencia de que cada ser humano tiene su sonido y canto propio, quien encontrara su sonido, se encontraría también a sí mismo.
Con el tambor chamánico pudieron reproducir la vibración del pulso del planeta, convirtiéndose de este modo, en un instrumento sagrado capaz de elevar el espíritu, en unión con la madre naturaleza y el cosmos.
Para los chamanes el sonido del tambor, tenía el poder de despertar el alma de los hombres, de penetrar en lo más hondo de su ser y abrir los corazones.
El sonido del planeta Tierra
El toque rítmico del tambor, puede llegar a reproducir lo que se ha denominado como el “latido de la Tierra”. Esta teoria cobra sentido si tenemos en cuenta que la frecuencia de la resonancia magnética de la Tierra ha sido medida en 7,8 Hertz o ciclos por segundo, según la teoría de Schumann. Esta frecuencia estaría alineada con la frecuencia de las ondas cerebrales alfa y theta, que son las ondas que produce nuestro cerebro cuando alcanzamos un estado de relajación y calma profunda. Esta misma frecuencia es la que puede llegar a inducir el sonido del toque rítmico del tambor. Podemos concluir por tanto, que el sonido rítmico del tambor, tiene el poder de reproducir el “latido de la Tierra”, conduciendonos a estados de meditación y relajación profunda.
Además de las prácticas chamánicas, el tambor se utiliza cada vez más a nivel terapéutico, por sus beneficios para la salud, ayudando a reducir el estrés, fortalecer el sistema inmunitario, inducirnos a estados de relajación, etc.
Como armonizar los espacios a través del sonido
En el Feng Shui nos centramos en la energía de los espacios en los que vivimos y trabajamos. Aunque se trate de una energía muy sutil, cualquier persona que entra en un espacio la puede sentir. Todos hemos experimentado alguna vez la sensación de sentirnos incómodos al entrar en un lugar, y en otros en cambio, experimentar agradables sensaciones.
Esta energía sutil que llamamos Chi y que llena los espacios en los que vivimos y en los que trabajamos, nos influye constantemente.
El sonido, la música, es también un modo de energía y posee una poderosa vibración, por este motivo nos ayuda a armonizar y limpiar la energía Chi que nos envuelve en nuestros hogares.
Cuando sintamos que la energía del lugar está enrarecida tras alguna discusión, cuando entramos a vivir a otra vivienda, o cuando no nos sentimos cómodos en un espacio, conviene realizar lo que llamamos “limpieza energética”. Hay muchas formas de realizarlas, con sal, con inciensos…y también con sonido. Para ello, podemos utilizar cuencos tibetanos, tambor, tingshas, campanas o simplemente con palmadas.
A continuación explico como realizar una “limpieza energética” con cuencos tibetanos. Aunque puedes realizar el mismo proceso con otro instrumento.
Antes de comenzar, toma conciencia del propósito para el que vas utilizar el cuenco, en este caso sería una ceremonia de purificación del espacio. Toma unas respiraciones profundas, relaja la mente y concéntrate en el sonido, en como fluye a través de tu cuerpo y por el espacio que te rodea. Presta atención a los cambios de sonido, te estará indicando una posible alteración, ya sea a nivel energético o telúrico.
Comenzaremos en la puerta de entrada, mirando hacia el interior. Sujeta el cuendo sobre la palma de la mano, mientras con la otra mano sostienes la maza o baqueta. Golpea una vez el cuenco, y cuando comienza a emitir su sonido, mueve de cuendo de abajo hacia arriba lentamente. Continua repitiendo este proceso por toda la casa, moviéndote en sentido contrario a las agujas del reloj. Se recomienda hacer especial hincapié en las esquinas. Del mismo modo que el polvo tiende acumularse en las esquinas, lo mismo sucede a nivel energético. Termina en la puerta de entrada.
Te invito a que descubras los múltiples beneficios que estos instrumentos sagrados te pueden aportar, a descubrir conscientemente la magia del sonido y a adentrarte en la sabiduría del silencio.
Susana Amorín
Consultora e Instructora de Feng Shui